jueves, 18 de noviembre de 2010

Un juego de niñas: Las chiquillas de ahora son perversas


1. ¿Usted sabe qué hace realmente su hija adolescente cuando está con sus amigas? Esta pregunta, que podría sonar a reconvención si a un progenitor se la hicieran un psicólogo, la persona que dirige el centro de enseñanza de su hija ó un policía, vuelve a cobrar vida en la película dirigida por Matteo Rovere (Gitanos –documental–, y los cortos Homo homini lupus, Sulla riva del lago y Unconventional Toys).
2.  Con cierta reminiscencia a Relaciones Peligrosas de Stephen Frears, o mejor aún a la serie de tres pelis gringas Cruel Intentions, que por estos lares llegó con el nombre Juegos Sexuales. Así como las dos primeras citadas –la con un mega elenco y la primera de la zaga, ambas basadas en una novela del siglo XVIII de Choderlos de Laclos–, ésta parte de una pieza literaria: Un gioco de ragazze (2005), de Andrea Cotti, coguionizada por él, Sandrone Dazieri, Teresa Ciabatti y el director.
3. Elena Chiantini (Chiara Chiti), Michela Ricasoli (Desireè Noferini), Alice Paoletti (Nadir Caselli) y Livia Cerulli (Chiara Paoli) son el típico cuarteto de amiguitas de la secundaria, unidas no sólo por compartir casi todo el día juntas, sino por el poder económico que sus padres –y por consiguiente ellas– ostentan. Está claro que cualquier cosa que se ponga en mente, el grupo comandado por Elena lo consigue. Pero un nuevo profesor de Literatura, Mario Landi (Filippo Nigro), tratará de poner un poco de orden en el grupo.
4. Elena y sus amigas no tienen problemas en mamársela a un tipo para que su pareja la deje y una de ellas se prenda con él; tampoco en fumarse yerba en el colegio o vengarse de la lesbiana Martina con crueldad por delatarlas. Se la pasan leyendo Vanity Fair, son fans a muerte de Kate Moss –sí, una de las primeras top models en tener escándalos públicos por su consumo de cocaína–, organizan farras que financian sus descuidados padres y, en resumen, se la pasan con todo lo que sea “in”.
5. Mario ha tenido problemas con sus colegas en el anterior trabajo y debe cuidarse, pero el choque con Elena es evidente desde el primero día de clases. En cierto momento él la dice que no cree en su maldad, pero eso sólo la da pie para aprovecharse del maestro que, se nota, se siente atraído por su belleza (bastante complicado no mirarla al menos si uno la tuviese de alumna) y algo hastiado de su matrimonio.
6. Detalle nada menor a colación: hay tres coitos a lo largo de los 100 minutos de la cinta. En el primero se ve a una de las chicas superpoderosas hacerlo con su prende sin preservativo; el segundo nos muestra al profesor siendo cabalgado por su cónyuge –la postura no es gratuita: en ciertos estudios de sexología muestra quién tiene el mando en la relación, más allá de la relativa comodidad y poco esfuerzo que demanda para el varón– y el tercero es el que poco a poco irá desarrollándose entre la de perversa piel de melocotón y el que va camino a ser defenestrado. Por cierto, Rovere (tal vez por el auspicio de la RAI) es ‘polite’: nunca muestra vellos púbicos ni el poto del profe.
7. Para cerrar, tips para maestras/os: primero, evidente, huir de la tentación por mucho que cueste –acá se trata de colegialas y el asunto es jurídicamente más complicado, pero esto se aplica asimismo en centros de estudios superiores, aunque supuestamente la mayoría de edad llegue a los 18–; segundo, nunca llamar a la estudiante o el estudiante desde nuestro celular –para eso hay cabinas o formas de bloquear el ID, y no es paranoia sino evitarse disgustos/reclamos posteriores–; tercero y aunque parezca paradójico, confiar en los estudiantes, pero sin perder nunca de vista que la malicia puede estar presente en personas de cualquier edad, en algunos casos quizás de manera inconsciente, pero en otros muy bien -¿o mal?– intencionados. Guerra avisada, dicen, no mata soldados. Y claro, tener conciencia en todo momento, quienes son padres de adolescentes, de cuán bien se conoce a las hijas y los hijos.

IMAGEN: SCREENWEEK.IT.

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