domingo, 7 de noviembre de 2010

Rainer Simon: “Antes teníamos la censura política, ahora la del dinero”



RUBÉN VARGAS PORTUGAL / TENDENCIAS – LA RAZÓN

El director de cine alemán visita La Paz con motivo del Festival de Cine Europeo que se realiza en esta ciudad. Con su película La mujer y el forastero ganó el Festival de Berlín en 1985. Vivió la realidad de la Alemania dividida y los avatares de la reunificación. El mundo indígena de los Andes ocupa un lugar privilegiado en su amplia obra.

-Una de sus películas más conocida es La mujer y el forastero, que en 1985 ganó el Festival de Berlín y que se exhibirá en La Paz. Se ambienta en la primera guerra mundial, en una época de crisis. ¿Cuál fue su interés al hacerla?
-La mujer y el forastero está basada en la novela Karl y Anna de Leonhard Frank. Es una novela escrita en 1927, en la que relata sus experiencias durante la primera guerra mundial. Esta novela es como un guión, es muy comprimida. A mí me interesaba hacer una película sobre la guerra, pero en la que no haya un solo tiro. Una película que permita conocer cómo la guerra destruye las almas de la gente, cómo en la guerra pierden su identidad, pero en un sentido muy privado, porque la película es la historia de un amor extraordinario. Los tres personajes principales de esta historia son actores desconocidos, lo hice así porque me interesaba mucho la autenticidad. Fue un trabajo estupendo. Me gusta mucho ver que esta película sigue funcionando hasta hoy. Su historia puede ser de cualquier época; hoy puede ser Afganistán o Irak, la guerra es siempre la misma.

-Otra de sus películas, La ascensión al Chimborazo (1989), narra una parte de la vida del gran viajero alemán Alexander von Humboldt: su viaje por el Ecuador en el siglo XIX. ¿Por qué le interesó este célebre personaje?
-En verdad, al principio yo no sabía mucho sobre Humboldt. Leí sobre su vida, sobre todo sobre su juventud, de su época anterior al viaje a Sudamérica y eso me interesó. Humboldt es un hombre muy joven que tiene un sueño para su vida y, con todos los medios, quiere realizar ese sueño. Hay mucha gente que quiere realizar su sueño, pero no puede hacerlo. Humboldt es una excepción, por el apoyo de su familia, por el dinero, pudo realizar su sueño. En Alemania Oriental, éste era un tema muy político: un joven que quiere viajar, que quiere descubrir el mundo. Hicimos la película en dos planos. Uno es el desarrollo de sus planes de viaje en Alemania, en la casa de su madre, hasta que consigue el permiso del Rey de España; el otro es el viaje de Humboldt de Quito al Chimborazo. La ascensión al Chimborazo es una metáfora de todo el viaje. Humboldt era un hombre muy especial, muy abierto a todo. Creo que una razón era su homosexualidad. A los ojos de la gente eso no era muy normal. Él buscó otra forma de vivir. Nosotros no pudimos callar esa parte de su vida en la película. Hasta hoy los científicos evitan hablar sobre este tema.

-Una parte significativa de su producción está centrada en los pueblos indígenas del Ecuador, ¿por qué un director europeo se interesó en ese mundo?
-¿Por qué me interesa el mundo de los indígenas? Sobre todo por su cosmovisión. El hombre es una parte de la naturaleza como un animal, como una planta, por eso el hombre tiene respeto. En la ideología cristiana, el hombre es la corona de la creación. ¿Y qué hace? Destruye la naturaleza, no tiene respeto. Esta ideología del cristianismo no me convence. Yo no soy cristiano. La cosmovisión indígena me parece mucho más valiosa. También me parece que es una esperanza sobre cómo se va a desarrollar el mundo. Estamos al lado del abismo por la destrucción de la Pachamama.

-Hace más de 20 años cayó el Muro de Berlín. Usted experimentó directamente la vida antes y después de ese hecho. ¿Qué piensa ahora?
-En Alemania Oriental yo tenía muchos problemas con la censura política, por eso no estaba muy contento. Pero la idea del socialismo, de que no haya ricos ni pobres, de un mundo más justo, me gustaba. Sin embargo, la realidad era otra cosa. Después de la caída del Muro, la situación para los realizadores de Alemania Oriental, pero no sólo para ellos, fue muy difícil. Mucha gente perdió su trabajo, ésta fue una experiencia muy fuerte, porque en Alemania Oriental no había desempleados. En los primeros años se decía que había fondos para el cine, pero la verdad es que ninguno de los realizadores importantes de la Alemania Oriental volvió a hacer películas. En cambio, los charlatanes entraron en la televisión, los que antes hacían la propaganda, ahora hacían las telenovelas. Por otra parte, en Europa el cine es muy dependiente de la televisión. Si no se recibe dinero de la televisión es casi imposible hacer una película. Ya lo dijo un colega, antes teníamos la censura política, pero ahora tenemos la censura del dinero, que también es una censura política, pero de otra forma.

IMAGEN: PEDRO LAGUNA - LA RAZÓN/CHESCODM.

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