lunes, 22 de noviembre de 2010

Dos mundos: Cuando la intolerancia y la libertad intentan encontrarse

1. ¿Cuánto puede o debe influir y determinar la religión en nuestras vidas? Más allá de cuestionamientos teológicos o de intentar meternos con la fe y las creencias de cada quien –lo cual no es pretensión nuestra, quede claro–, cualquier tipo de fundamentalismo, sea por el motivo que sea, debe ser analizado, desenmascarado y, en lo posible, erradicado. Esa, en síntesis, podría ser la idea sustancial de esta película que nos llega desde Dinamarca.
2.  Niels Arden Oplev (Portland, Fukssvansen, Drømmen, Män som hatar kvinnor), junto con el guionista Steen Bille, recrea la historia real de Tabita, quien para el caso de la película se llama Sara (Rosalynde Mynster), una joven de 17 años devota y entregada en los Testigos de Jehová, creencia a la cual pertenece su familia. Luego de asistir al bautizo de su hermana adolescente Elisabeth (Sarah Juel Werner), una grave crisis se desata en el clan familiar: Andreas (Jens Jørn Spottag), el padre y hermano destacado de la comunidad, ha sido infiel a Karen (Sara Boberg).
3. Contra lo que podría pensarse –incluso lo que dictaría el sentido común, dirá alguien–, Sara y sus hermanos menores, Elisabeth y August (Jacob August Ottensten) –por cierto y ya que estamos, nombres no muy acordes con los seguidores de la escuela de Charles Taze Russell: Isabel fue una reina incrédula en el antiguo testamento y Augusto es más bien un nombre romano–, deciden que si Karen no quiere perdonar a Andreas debe irse de la casa. Y es la segunda escisión familiar: Jonas (Thomas Knuth-Winterfeldt), el hermano mayor, no vive ya con ellos por haberse acercado a los “libros prohibidos”.
4. Luego de clases, Sara comparte con su amiga y correligionaria Thea (Catrine Beck), con quien asiste a una fiesta en la que conocerá a Teis (Pilou Asbæk), músico y unigénito digamos normal –o lo que concebimos como tal–, y la atracción entre ambos les llevará a enamorarse. Por esa relación con un mundano, Sara debe confrontar a los “Ancianos” –varones que acceden a tal condición luego de años de dedicación y preparación; una clara muestra de la misoginia que Russell supuso rescatar de la biblia y promovió luego entre sus acólitos–. John (Anders W. Berthelsen), el más respetado, le dice que debe cortar cualquier nexo con Teis y hacerlo por carta.
5. Puestos ahí, el dilema moral/personal de Sara es más que evidente: sigue con lo que ha vivido toda su vida, que además para ella es la única forma de vivir, o se abre a experimentar lo que pasa en el mundo externo al de su comunidad, el cual desde luego le está vetado. Y todo eso, claro, a la espera de que la generación de 1914 presencie el Armagedón y el fin de todo este caótico estado de cosas, como dice en la literatura que a diario distribuyen –sólo habría que hacerles notar que estamos a menos de un lustro para que se complete una centuria del año que ellos mismos señalan y no parece haber tal regreso del Mesías a la vista.
6. Aunque Teis se acerca al Salón del Reino de los Testigos de Jehová al que asisten regularmente Sara y sus familiares, e incluso participa de una de sus Asambleas de Distrito –esas que usualmente realizan en el coliseo–, está claro que lo hace más que nada por la atracción que siente por ella. Como cuando uno conoce a una persona cristiana ó evangélica interesante y decide participar alguna vez de sus rituales euforizantes en Ekklesía u otros lugares análogos, pero en realidad el fin que persigue es otro. No sé ustedes, pero yo sí lo hice. Y la pasamos muy bien.
7. Pero volvamos un instante más a la película. Sara comprende a su hermano mayor y a su madre, y confronta finalmente a su padre luego de las exequias funerarias de Thea, quien ha fallecido tras un accidente al no aceptar que la hagan una transfusión de sangre. Es el clímax y además el cierre correcto, porque la tesis de romper cualquier fundamentalismo queda bien sustentada. Oplev se la jugó y le fue muy bien en taquilla, festivales y aun como candidata danesa al Oscar. En lo personal, hay ciertos aspectos del filme que me cuestan asimilar, pero asimismo soy un convencido que la entrega completa a cualquier dogma implica desapegos, rechazos y luchas constantes. Quizás por eso lo más cómodo sea decir que no se cree en nada, o declararse de la religión mayoritaria, pero sin practicar realmente lo que debería ser una feligresía cabal. Para verla y discutir con mente abierta.

IMAGEN: LACOMUNIDAD.ELPAIS.COM.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Jean de la Fontaine – El Desafío: Biopic que no llega (casi) a nada



1. ¿El artista debe ser rebelde o más bien adscribirse a lo que le manda el Estado? Cuestión casi tan antigua como el arte –en realidad primero surgió esta, digamos en Altamira, y decenas de años después algo parecido al otro, supongo en alguna cultura mesopotámica–, la independencia ó no del artista será tema de discusión, intuyo, hasta el fin de la especie.  
2.  Con guión de Jacques Forgeas, Daniel Vigne (L’ Attente, Comédie d’été, Une femme ou deux, Le Retour de Martin Guerre, Les Hommes), quien ha dedicado la mayor parte de su carrera a hacer películas para televisión, decide hacer una presunta recreación –desconocemos si lo presentado en la cinta sucedió realmente– de la posible brega entre el famoso fabulista Jean de la Fontaine (Lorant Deutsch) y Colbert (Philippe Torreton), una suerte de cobrador fiscal de Luis XIV (Jocelyn Quivrin).
3. Partamos por recordar, a modo de ambientación, que estamos en 1661, que supuestamente Mazarino ha sucedido a Richelieu como cardenal, D’Artagnan es capitán de mosqueteros –para algo sirve habernos zampado y tener por ahí la zaga entera de los célebres personajes de Alejandro Dumas– y ‘ese’ Luis fue el que vertió la célebre frase “el Estado soy yo” (cualquier parecido con coyunturas actuales, alego demencia).
4. Agreguemos –esto parece receta de cocina– que La Fontaine se mueve entre otros célebres contemporáneos suyos como Moliére (Julien Courbey), Racine (Romain Rondeau), La Rateau (Sylviane Goudal) y su némesis central, no como escritor sino como enviado de Colbert, será M. de Chateauneuf (Jean-Claude Dreyfus).
5. La Fontaine protesta, mediante sus fabulosos escritos, por la detención de su mecenas Fouquet. Proscrito de una lista compradora de conciencias que genera Colbert, llega a trabajar incluso como mesero –si ahora sigue siendo mal visto, imagínense cuatro siglos ha–, mas sigue dándole con lo suyo al rey-estado y sus llunkus.
6. Chateauneuf es mandado a liquidarlo, pero entretanto –en uno de esos giros dramáticos bastante flojos para cualquier guión que se respete y sin embargo funcionales– el caballerito de la corona, ladino como pocos, ha decidido que es mejor perdonarle y dejarlo sacudirse bien.
7. El protagónico es salvado por quien menos él espera y listo. Luego lo vemos convertido en un feliz viejito verde que cuenta otro tipo de fábulas a las niñas. Siendo que el biopic (películas biográficas) puede ser un género tan grato y útil para enseñarnos sobre algo –o adoctrinarnos ídem, pregúntenle al Tonchy–, Vigne se aplaza refeo porque no propone nada. Bonita recreación de época, digamos. Ni siquiera las actuaciones. Debe ser por eso que hace pelis para tele.
IMAGEN: GRUPO EUROPEO DE CULTURA/INTERNET.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Un juego de niñas: Las chiquillas de ahora son perversas


1. ¿Usted sabe qué hace realmente su hija adolescente cuando está con sus amigas? Esta pregunta, que podría sonar a reconvención si a un progenitor se la hicieran un psicólogo, la persona que dirige el centro de enseñanza de su hija ó un policía, vuelve a cobrar vida en la película dirigida por Matteo Rovere (Gitanos –documental–, y los cortos Homo homini lupus, Sulla riva del lago y Unconventional Toys).
2.  Con cierta reminiscencia a Relaciones Peligrosas de Stephen Frears, o mejor aún a la serie de tres pelis gringas Cruel Intentions, que por estos lares llegó con el nombre Juegos Sexuales. Así como las dos primeras citadas –la con un mega elenco y la primera de la zaga, ambas basadas en una novela del siglo XVIII de Choderlos de Laclos–, ésta parte de una pieza literaria: Un gioco de ragazze (2005), de Andrea Cotti, coguionizada por él, Sandrone Dazieri, Teresa Ciabatti y el director.
3. Elena Chiantini (Chiara Chiti), Michela Ricasoli (Desireè Noferini), Alice Paoletti (Nadir Caselli) y Livia Cerulli (Chiara Paoli) son el típico cuarteto de amiguitas de la secundaria, unidas no sólo por compartir casi todo el día juntas, sino por el poder económico que sus padres –y por consiguiente ellas– ostentan. Está claro que cualquier cosa que se ponga en mente, el grupo comandado por Elena lo consigue. Pero un nuevo profesor de Literatura, Mario Landi (Filippo Nigro), tratará de poner un poco de orden en el grupo.
4. Elena y sus amigas no tienen problemas en mamársela a un tipo para que su pareja la deje y una de ellas se prenda con él; tampoco en fumarse yerba en el colegio o vengarse de la lesbiana Martina con crueldad por delatarlas. Se la pasan leyendo Vanity Fair, son fans a muerte de Kate Moss –sí, una de las primeras top models en tener escándalos públicos por su consumo de cocaína–, organizan farras que financian sus descuidados padres y, en resumen, se la pasan con todo lo que sea “in”.
5. Mario ha tenido problemas con sus colegas en el anterior trabajo y debe cuidarse, pero el choque con Elena es evidente desde el primero día de clases. En cierto momento él la dice que no cree en su maldad, pero eso sólo la da pie para aprovecharse del maestro que, se nota, se siente atraído por su belleza (bastante complicado no mirarla al menos si uno la tuviese de alumna) y algo hastiado de su matrimonio.
6. Detalle nada menor a colación: hay tres coitos a lo largo de los 100 minutos de la cinta. En el primero se ve a una de las chicas superpoderosas hacerlo con su prende sin preservativo; el segundo nos muestra al profesor siendo cabalgado por su cónyuge –la postura no es gratuita: en ciertos estudios de sexología muestra quién tiene el mando en la relación, más allá de la relativa comodidad y poco esfuerzo que demanda para el varón– y el tercero es el que poco a poco irá desarrollándose entre la de perversa piel de melocotón y el que va camino a ser defenestrado. Por cierto, Rovere (tal vez por el auspicio de la RAI) es ‘polite’: nunca muestra vellos púbicos ni el poto del profe.
7. Para cerrar, tips para maestras/os: primero, evidente, huir de la tentación por mucho que cueste –acá se trata de colegialas y el asunto es jurídicamente más complicado, pero esto se aplica asimismo en centros de estudios superiores, aunque supuestamente la mayoría de edad llegue a los 18–; segundo, nunca llamar a la estudiante o el estudiante desde nuestro celular –para eso hay cabinas o formas de bloquear el ID, y no es paranoia sino evitarse disgustos/reclamos posteriores–; tercero y aunque parezca paradójico, confiar en los estudiantes, pero sin perder nunca de vista que la malicia puede estar presente en personas de cualquier edad, en algunos casos quizás de manera inconsciente, pero en otros muy bien -¿o mal?– intencionados. Guerra avisada, dicen, no mata soldados. Y claro, tener conciencia en todo momento, quienes son padres de adolescentes, de cuán bien se conoce a las hijas y los hijos.

IMAGEN: SCREENWEEK.IT.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

No me temas: El viejo cuento de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, versión escandinava



1. ¿Cómo pasa sus días de vacaciones? Según mi familia, en Bolivia cuando tomamos vacaciones –si las relaciones contractuales vigentes contemplan tal exotismo, claro– las ocupamos con cosas que dejamos pendientes y/o nos buscamos otras para hacer, por lo cual es harto común oír “quiero tomarme unas vacaciones de mis vacaciones”. Pero al parecer, en países del autodenominado primero mundo como Dinamarca, están aburridos tan in extremis que se buscan otro tipo de entretenimientos.
2.  Por ejemplo, y hacia esto va la película de Kristian Levring (The Intended, The King is Alive, Et Skud fra Hjertet), ponerse en el equipo de pruebas de un nuevo antidepresivo –piensen lo que quieran, pero creo que por estos lares no andamos tan hastiados de la rutina y el encasillamiento como para ponernos voluntariamente de conejillos de indias; por dinero, quizás más de una/o, pero así por amor al arte (o respaldo al trabajo del cuñado), creo que nadie. Incluso en el diálogo referencial, el realizador pone que a la gente normal “no le interesa”. Más claro, un chorro del grifo.
3. Guionizada por Anders Thomas Jensen y el realizador, la historia de Mikael (Ulrich Thomsen) nos muestra en principio a una familia casi “Ingalls”, integrada también por Sigrid (Paprika Steen) y la hija de ambos, Selma (Emma Sehested Høeg). Frederik (Lars Brygmann) y su esposa Ellen (Stine Stengade), parientes políticos de Mikael, son otra familia de final feliz, aunque ella fue pareja del protagonista en el pasado.
4. A Mikael sólo le dicen que podría tener como efectos secundarios algunas cefaleas y alteraciones de la presión, por lo cual es necesario hacerle controles periódicos. “Bagatelas”, apunta risueña la médica que le controla su ritmo de alta y baja antes de que comience a tomar las cápsulas. Para hacerse más llevadero el asunto, Mikael decide que es bueno comenzar asimismo a escribir un diario.
5. De a poco los cambios se van notando en el personaje central. Primero ve a una agresiva joven reclamar por su asiento en la sala de espera para un chequeo y no hace nada; después, está en medio de una gresca entre los del grupo de control y sin mayor motivo, para sorpresa de su cuñado, le asesta tremendo piñazo a uno de los presentes. Luego este le dice que detendrán la investigación y Mikael afirma que ha dejado de tomar los comprimidos.
6. Su “otro yo” empieza a mostrarse cada vez más abierto. Como a la anciana alucinada por las anfetaminas de Requiem for a Dream ó al esquizofrénico Nicholson en The Shining, a Mikael la realidad se le trastoca y decide que ya es buen momento para poner en su lugar a Sigrid, quien poco menos que ha decidido todo lo trascendental en su vida desde que se conocen –o eso piensa él ahora. Y esto implica asimismo darse pie a otras transgresiones que no voy a ponerme a enumerar para no quitarles el gusto y la sorpresa.
7. Con un inicio algo lento, la cinta va tomando ritmo y se pone lindante con lo frenético hacia el final de los 95 minutos. La transformación es tal que realmente Mikael mete miedo y nos hace preguntar a cada momento cómo irá a terminar todo. No como el relato de Robert Louis Stevenson, eso sí, aunque quizás se le aproxime bastante.
IMAGEN: FILMINT.NU.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Lo que nadie sabe: Los vikingos también confabulan


1. ¿Hasta dónde puede el Estado involucrarse en la vida de sus ciudadanos? Con pretextos reales y no tan ciertos, la presencia estatal ha llegado en muchos lugares a niveles muy próximos a los planteados por George Orwell en la ya mítica novela 1984. Y sobre eso, poco más ó menos, gira la cinta danesa de Søren Kragh-Jacobsen (Skagerrak, Mifune sidste sang, Øen i fuglegaden, Drengene Fra Sankt Petri, Guldregn).
2.  Adaptación de la novela En Anden Tid (2001) de Søren Lassen, el guión es de Rasmus Heisterberg y del propio realizador. Lo primero que vemos es a un joven Thomas marihuaneado, acompañado por su novia, Liv. Luego, con la aclaración que estamos en 1988, la discusión en una cabaña: Liv (Mette Gregersen), Amelie y otra mujer argumentan sobre unos documentos confidenciales. Más tarde la cabaña aparece incendiada y Amelie, en su intento por rescatar a Liv, sufre quemaduras en el rostro.
3. Puestos ya en tiempo “actual” -2008, año del estreno del filme–, Thomas Deleuran (Anders W. Berthelsen) está dedicándose a su oficio de animar celebraciones infantiles, pero lo hace en el colegio de su hija adolescente, Bea (Sarah Juel Werner). Con ella van a una cena familiar en casa de la abuela, Ingrid Deleuran (Ghita Nørby), donde Marianne (Marie Louise Wille) notifica su separación con Thomas y su hermana Charlotte (Sonja Richter) le cita en un balneario para la noche siguiente en Suecia. Debe contarle algo acerca de su padre, Marc Deleuran, fallecido años ha y ex agente de la agencia de inteligencia danesa.
4. Thomas nunca logra reunirse con su asesinada hermana, pero conoce a Úrsula Matsocro (Maria Bonnevie), quien estaba con ella cuando falleció. Al revisar las cosas de Charlotte, el animador infantil se da cuenta que su padre andaba en algo raro, ligado con armas biológicas, y que su hermana lo estaba por adivinar. Contacta al amigo de su padre Niels Lange-Erichsen (Henning Jensen), quien está próximo a ser el capo de toda la inteligencia y espionaje estatal, y poco a poco Thomas va enredándose en un complejo entramado. La búsqueda le llevará incluso a encontrar a Amelie (Sarah Boberg), quien por años trata de poner distancias con su pasado.
5. Situados ahí, nos hacemos partícipes de un thriller con todos los elementos del género que, además y como se dijo de inicio, juega con algunos aspectos que son referentes para todos quienes viven en ciudades grandes. Por ejemplo, con el pretexto de incentivar la seguridad a los habitantes de Dinamarca, la oficina de Lange-Erichsen está lista para controlar y monitorear todo lo que se hace, lo cual incluye no sólo las cámaras por todos lados en las calles y sitios públicos, sino asimismo la intervención de cuentas privadas, líneas telefónicas, viviendas y cuanto el jefe y sus acólitos puedan considerar riesgoso.
6. La brega de Thomas pondrá en riesgo a su hija y le hará confrontar, de la manera más dura, con el pasado de sus padres. Quizás el desenlace sea lo más flojo, porque se racionaliza entre lo que se tiene y puede perderse, optándose por una salida que de seguro no contentará a más de uno en el respetable. La imagen paterna se resquebraja; la complicidad materna aflora y el indeciso protagonista deberá tomar una determinación para salir del embrollo en que se ha metido.
7. Pero volvamos a la tesis inicial. Cuántas veces demandamos o exigimos que el estado, sea representado por la Policía, los municipios o gobernaturías, siente más presencia en las calles para brindar mayor seguridad a la ciudadanía. La cuestión también debiera inquirir cuánto permitirá esa misma ciudadanía que se le regule/quite/restrinja con tal de tener esa sensación de seguridad/control/orden. Libertades individuales y colectivas; un tema, sin querer, muy en boga estos días en nuestro país.

IMAGEN: GRUPO EUROPEO DE CULTURA/INTERNET.