El actor, director y
productor neoyorkino es el protagonista del segundo ciclo en la Cinemateca Sur.
De acuerdo con su biografía, Robert Mario De Niro Jr. estudió arte dramático en
el famoso Actors Studio con Stella Adler y Lee Strasberg. Su éxito en la
pantalla grande se inició con Mean
Streets (Malas calles, Martin
Scorsese, 1973), aunque había debutado años antes.
Invirtió en el sector de
Tribeca en su ciudad natal, lo cual incluye la productora Tribeca Productions y
el Festival de cine homónimo. También ha sido accionista del restaurante
Rubicon en San Francisco, junto a Francis Ford Coppola y Robin Williams.
Serán cuatro funciones
diarias, a las 12:10, 15:00, 18:00 y 21:00, en la Sala 16 del Mega Center.
Programa
Taxi
driver (Martin Scorsese, 1976) se presentará el jueves 3. El crítico AdriánMassanet dijo: «Scorsese
filma con una puesta en escena alucinatoria, serena pero muy tensa, compasiva
pero salvaje. Ayudado en labores de cámara por el operador Michael Chapman, que no en
vano firmaría aquí, junto a la venidera Toro salvaje (Raging Bull, 1980) su
mejor trabajo, Scorsese alcanza la perfección técnica absoluta en la
planificación y el montaje, y la maestría total en el ritmo, el tono y el punto
de vista de la historia. Nueva York como una ciudad inhóspita, gélida y llena
de peligros, que a través del punto de vista (cada vez más demente) de Travis,
se convierte en un infierno que él, ángel exterminador, debe purgar. Y aunque
Scorsese comprende en parte a su protagonista, bajo ningún concepto comparte su
visión del mundo. Es decir, nos invita a seguir a este taxista, pero nos deja
bien claro que no se identifica con él, al contrario de lo que han querido ver
algunos críticos. En ningún momento, salvo en los planos fantasmagóricos de las
luces de la ciudad, obtenemos planos subjetivos, que imiten la mirada del
personaje central. Terminamos sospechando que su extrema alteridad es la razón
fundamental por la que el curioso impenitente de Scorsese nos narra esta
historia».
Awakenings (Despertares, Penny Marshall, 1990)
estará en la sala el viernes 4. Inma Ruiz refiere: «Cuando alguna gente habla
de sensiblería y lágrima fácil en Despertares me pregunto
cómo harían ellos una película sobre un grupo de personas catatónicas que de
repente despiertan a la vida gracias a un tratamiento experimental. Me pregunto
si serían capaces de hacerlo con asepsia total, o cómo afrontarían la intensa
carga emocional de una historia como ésta.
En
fin, para mí es evidente que el propio hilo argumental conlleva
inexorablemente ese exacerbamiento de las emociones. Y conste que creo que
hay una gran contención interpretativa; por ejemplo, Robin Wiliams está
irreconocible por lo sobrio y modosito. De Niro está imponente, aunque por
supuesto a él no se le puede pedir contención para su personaje, dado que
padece contínuos tics, convulsiones y espasmos musculares de todo tipo. Con
todo, creo que hace una interpretación memorable, dotando al personaje de un
punto entre tierno y rebelde como sólo él podría darle».
El sábado 5 llegará la exquisita The
Mission (La Misión, Roland Joffé,
1986). José Guix apunta: «Lo
primero que sorprende es la escasez de diálogo. Se trata de una película de
casi 130 minutos y gran parte de la misma transcurre sin que los protagonistas
hablen, al menos no con la boca. Los paisajes, la música y los gestos o
acciones de los actores bastan para transmitir un mensaje cargado de fuerza. De
hecho en la versión original hay momentos en que las voces se oyen más bien
poco y quedan en cierto modo ahogadas por el sonido de la lluvia, de las
cataratas, de la selva... pero eso no impide que sepamos entender en todo
momento lo que se nos quiere transmitir. […]
La
Misión es
un reflejo del ser humano condensado en la figura de Rodrigo Mendoza. Hombre ultraprotector con su hermano, cuyas
necesidades siempre antepone a las propias, Mendoza
cae consumido por los celos y la rabia que le llevan a matar precisamente a la
persona que más ama en el mundo. A partir de ahí se siente perdido, lleno de
ira ciega e incapaz de perdonarse a sí mismo. Es un ser humano sumido en la más
absoluta oscuridad hasta que encuentra al padre Gabriel, quien le reta y le
anima a seguir adelante pero, cargando con su culpa hasta que la vida y Dios le
rediman de sus pecados».
Angel
Heart (Corazón de ángel, Alan
Parker, 1987) se exhibe el domingo 6. Luis Cifer comenta: «Corazón de ángel es un
film fascinante de trama laberíntica y visualmente inquietante. Empieza
la peli como la típica historia de cine negro: años cincuenta, un tipo ha
desaparecido y el detective Harry Angel
es contratado para encontrarlo. Un caso anodino que se va complicando cada vez
más, entrando en juego ritos satánicos y magia negra. La sombra de la muerte
parece seguir al detective allí por donde pasa, todo el que tiene alguna
relación con el caso aparece asesinado. […]
El
director Alan Parker (Fame, The Wall, Birdie, Evita) nos
ofrece un film oscuro, sucio, lleno de sangre, magia negra y sexo. Incluso hay
alguna escena que combina todo ello de forma aterradora y fascinante (esas
paredes sangrantes son inolvidables). Parker plasma en imágenes una pesadilla llena de metáforas religiosas.
Como toda buena película sobre el satanismo (La semilla del diablo
sería otro buen ejemplo), en ningún momento tenemos la total certeza de que
lo visionado sea real, todo podría ser un mal sueño o una alucinación. No vemos
nada sobrenatural pero la presencia del mal es cada vez más evidente. La eterna
lucha entre la razón y la superstición
se va decantando de parte de la segunda».
This Boy’s
Life (La vida de este chico, Michael
Caton-Jones, 1993) llenará el ecran el lunes 7. La reseña en decine21 expone: «La labor de Michael Caton-Jones (Memphis
Belle, Doc Hollywood), traspasar el espíritu de la novela de
[Tobias] Wolff al celuloide, no se presentaba sencilla. Es cierto que él y
Robert Getchell, el guionista, han vertebrado bien la película. No han
inventado, aunque haya una explicitud en diálogos soeces o erotismo, no
presente en el libro de Wolff. Han debido optar, eso sí, por unas cuantas de
las anécdotas que conforman la novela, y omitir otras. E hilarlas de vez en
cuando con la voz en off del protagonista. Pero a pesar de esto último, la
película pierde esa mirada en primera persona, la ternura propia de la
evocación. Y los hechos se muestran desnudos, el humor que les acompaña es
demasiado irónico, casi negro. El tinte que adquiere la historia es,
decididamente, desgarrado y poco atractivo.
La película
tiene aciertos parciales. Fija bien su atención en las insensateces que es
capaz de cometer un adolescente, más si la atención que le prestan sus padres
no es toda la debida. Está bien tratados los intentos de una madre desorientada
por comunicar con su hijo; y la amistad entre éste y Arthur, el chaval
‘mariquita’, más auténtica que la tiene con su pandilla. También se subrayan
los esfuerzos del protagonista por ingresar en un instituto».
Wag the
dog (Mentiras que matan, Barry
Levinson, 1997) se muestra el martes 8. Alexandra Perdomo señala: «El aspecto más importante a
destacar es cómo se modela a los ciudadanos de un país —haciendo uso de los
medios de comunicación, principalmente de la televisión― con fines políticos.
Otro asunto de interés es que, sin importar quién sea el presidente, un país no
está en manos de un solo hombre. Detrás de él reside lo que Noam Chomsky llama
«los dueños de la sociedad». Son quienes controlan el poder real —mucho más
pesado—, quienes deciden y toman decisiones.[…]
En
un ensayo titulado El control de
los medios de comunicación, Chomsky divide la sociedad en tres
categorías. La primera de esas categorías es el «rebaño desconcertado», el
conglomerado de los ciudadanos; la segunda está compuesta por una «clase
especializada», entrenada para trabajar eficientemente al servicio de la
tercera categoría, es decir, al servicio de los «dueños de la sociedad». En Wag the Dog son retratadas cada
una de las tres categorías».
Raging
Bull (Toro salvaje, Martin Scorsese,
1980) cerrará el ciclo el miércoles 9. Malabesta puntualiza: «Scorsese, con ánimo entre
otras cosas de diferenciarse de la miríada de películas sobre el boxeo
coetáneas con la suya (sólo en 1980 se estrenaban 8) decidió rodarla en blanco
y negro (con algunas escenas en color). A pesar de ser una película de
deportes, Martin no estaba demasiado interesado en ellos, por lo que las
escenas de boxeo están rodadas de una manera un tanto desangelada (no por ello
menos cuidadosa) salvo cuando éstas aportan algo a la evolución de Jake (sus
enfrentamientos con Sugar Ray Robinson, que marcan el devenir de su carrera).
Por lo demás, decir que a pesar de que De Niro se tomó muy en serio su
entrenamiento para la película (llegando a participar en tres combates
profesionales, de los que ganó dos) sus partenaires parece que no se lo tomaban
tanto, por lo que en algunos combates uno tiene la sensación que tenía cuando
veía los enfrentamientos entre Hulk Hogan y El Último Guerrero.
Sin
duda el factor determinante del éxito, además de la mano de Scorsese, está en
el protagonismo de De Niro. A falta de saber si su encarnación de La Motta es
fiel al original o no (puesto que a mí el mundo del boxeo no me interesó ni
cuando Poli Díaz se peleaba con Mickey Rourke), si se puede decir que sin duda
es su mejor papel. No sólo porque en general el resto de su carrera haya ido
evolucionando hacia un encasillamiento y una repetición de sí mismo bastante
lamentable, sino porque resuelve el papel con holgura, haciendo creíbles todas
y cada una de las escenas, incluyendo la un La Motta cincuentón y muy entrado
en carnes; casi con treinta kilos más, apenas se reconoce a De Niro, a pesar de
que el maquillaje sólo ha transformado su nariz. No obstante, se llevó el Oscar
de su año, en justa lid con el John Hurt de El
hombre elefante, entre otros».
El ingreso para cada función es de Bs 25.
IMÁGENES:
INTERNET.
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