Woody Allen es el
protagonista del ciclo que se inicia este jueves 14 en la Cinemateca Sur. Heywood Allen Stewart Konigsberg nació en Brooklyn, Nueva York, en 1935. En 1978 le
otorgaron el Óscar, pero él optó por no ir a la ceremonia y privilegiar su
tradicional sesión de jazz de los lunes. Con tan solo 1,65 m de estatura, se ha
convertido en uno de los cineastas más gigantes y prolíficos del globo.
El sexo, Dios, el
amor, el judaísmo (corriente religiosa de sus padres, que se desconoce si Allen
practica ó no) y la muerte, ya sea a través de la farsa, la comedia agridulce o
el drama existencial, son los temas recurrentes en su extensa filmografía —más
de 40 títulos como realizador. Tiene en su haber cinco premios de la Academia
de Artes Cinematográficas (tres por Annie
Hall: mejor guión original, mejor película y mejor director; uno por Hannah y sus hermanas, al mejor guión
original; y uno por Medianoche en París,
asimismo por mejor guión original), dos Globos de oro a mejor guión (La rosa púrpura de El Cairo y Medianoche en París) y el premio
Donostia por su trayectoria, entre varios otros.
Serán cuatro funciones
diarias, a las 15:00, 17:00, 19:30 y 21:30, en la Sala 16 del Mega Center.
Programa
Annie Hall (1977) se
proyectará el jueves 14
y el miércoles 27. El crítico Javier Pulido expone: «Annie Hall reúne y depura las
obsesiones que el director había encarado de manera más o menos tangencial en
sus anteriores obras, dando forma a un molde del que se nutrirá la mayor parte
de su filmografía posterior. Aún sin abandonar el terreno de la comedia (sigue
siendo una de las películas más divertidas del director), Allen reflexiona
sobre la muerte, el amor, la angustia existencial, el pesimismo vital o la
frustración sexual, y no le duelen prendas en plasmar en forma de fotograma
algunos de sus fantasmas personales, arrojando una visión absolutamente
demoledora sobre sí mismo y, de paso, del resto de la humanidad. (…)
Annie
Hall es
una película inclasificable. ¿Se trata de una comedia agridulce, un drama con
tintes cómicos o un divertimento formal con trasfondo trágico? A lo largo de su
metraje asistimos al ascenso y caída de la relación de Alvy Singer, un
comediante de clubs nocturnos consumido por sus inseguridades, y Annie Hall,
una joven aspirante a cantante. (…)
Pero
más allá de la ironía punzante presente en toda la película, Annie Hall es, sobre todo, una
historia de amor, o mejor, una reflexión sobre el amor. A Allen ya no le bastan
los monolíticos arquetipos de películas anteriores, sino que diseña unos
personajes construidos de forma impecable (imposible no ver las semejanzas del
personaje de Annie con Diane Keaton,
excelente en su papel por otra parte) y los pone en el tablero para, sobre la
práctica, intentar comprender el misterio de las relaciones de amor». Sugerimos darle una
ojeada también al análisis de Susanna Farré.
Bananas (1971) estará en la
sala el viernes 15 y el martes 26. En el sitio alohacriticon se dijo: «Uno de los títulos cómicos menos satisfactorios del
gran Woody Allen. Al mismo tiempo que otea paródicamente sus propias congojas
existenciales (con especial incidencia en su vida sexual), Allen se sirve de la
fragilidad política de los paises sudamericanos para desplegar una sátira sobre
las dictaduras y la revolución, aposentada en una serie desigual de viñetas
humorísticas, que, en tono delirante, beben del slapstick, el absurdo y el
surrealismo.
Algunas
situaciones no resultan lo suficientemente logradas, empleando en ocasiones un
slapstick trivial y unos diálogos de escasa inspiración, en especial cuando traslada
la acción a San Marcos.
Lo más
interesante son los diálogos surrealistas que mantiene con Louise Lasser (su
esposa en la vida real, aunque por aquellos momentos ya divorciado) y sobre
todo, el humor gestual del propio Woody Allen, quien sufre el asalto de un
macarrilla interpretado por un joven Sylvester Stallone».
Take the money and
run (Toma el dinero y corre, 1969) llegará el
sábado 16 y el lunes 25. Roberto García refiere: «A pesar de sus escasos medios, y de tener
algunos altibajos de guión, Toma el dinero y corre
es una de las más divertidas y desenvueltas pelis de Allen, repleta de gags que
vistos hoy, siguen resultado ocurrentes y adelantados a su tiempo (la película
es del año 1969), y que a buen seguro, han servido a otras cintas posteriores
que usaban este estilo de humor absurdo.
Toma el dinero y corre es película de ver con
amigos, de esas con las que reír sin medida y recordar sus inspirados chistes.
Una cima del humor disparatado y surrealista, menos refinada que otras comedias
posteriores de Allen, aunque si mucho más liberada y gamberra y por ello más
hilarante. Era la película que nos descubría a un excelente cómico, tanto en
guiones, como en interpretación y creo que su trascendencia debería ser mayor,
puesto que ha quedado ligeramente oculta y detractada tras y por el cine
posterior del bueno de Woody.
Más allá de presentarnos a la figura de interpretativa de este pequeño judío de gafas de pasta y con pinta de perdedor, y de descubrirnos a un inteligentísimo guionista, Toma el dinero y corre, también nos destapaba a un director capaz de jugar con el lenguaje cinematográfico, y de exprimir al máximo su talento creativo en la mezcla de géneros, al narración en off y composición de secuencias en beneficio del humor, basándose, además, en el slapstick». Dénle asimismo una leída al estudio de José David Cáceres.
Más allá de presentarnos a la figura de interpretativa de este pequeño judío de gafas de pasta y con pinta de perdedor, y de descubrirnos a un inteligentísimo guionista, Toma el dinero y corre, también nos destapaba a un director capaz de jugar con el lenguaje cinematográfico, y de exprimir al máximo su talento creativo en la mezcla de géneros, al narración en off y composición de secuencias en beneficio del humor, basándose, además, en el slapstick». Dénle asimismo una leída al estudio de José David Cáceres.
Midnight
in Paris (Medianoche en París, 2011) se exhibe los
domingos 17 y 24 de junio. Jon Ander Tomás apunta: «Woody
Allen recupera la inspiración que parecía haber perdido. La genialidad del
cineasta newyorkino queda impregnada en cada fotograma que recoge desde el
primer minuto y en el que nos ofrece una grata degustación de sus lugares
favoritos en París. Así, como si de un encantamiento se tratara, va
introduciendo el público en su propia fantasía, alejándole de aquello que más
le puede perturbar: sus propios problemas. De esta manera, deja aparcada su
clásica introducción mediante los créditos insertados por corte a una leve
sinfonía de imágenes y colores que van permeabilizando la alegoría del
cineasta. La fotografía se va perfilando y la medianoche se acerca. El cuento
está por comenzar. (…)
En Medianoche en París redescubrimos la
sencilla inteligencia de Annie Hall o
Manhattan, que parecía haberse
evaporado con los años. El guión parte de una base de estructura clásica que va
tomando fuerza mediante diálogos ágiles y distendidos, pero de forma aguda y
profunda. Su alter ego vuelve a presentar las inquietudes existenciales e
insatisfacciones vitales que denotan un gran espíritu de esperanza y confianza
ante la condición humana. El espectador consigue elevarse del suelo y jugar
junto al protagonista entre las palabras que conforman la complejidad de las
conversaciones. Las mismas que otorgan un mayor nivel de profundidad hasta
deshilachar la filosofía que el cineasta nos propone. De hecho su intensidad
desemboca en la imposibilidad de abarcar la gran carga significativa de los
diálogos, pues su rapidez no los permite degustar. Grandes cuestiones y
planteamientos que son recogidos en bellas y contundentes frases, cuyo carácter
efímero no permite exprimirlas en el sentido más estricto. Sin embargo, es
completamente necesario. De lo contrario, el espectador no se quedaría
fascinado en su perplejidad con una expresión a caballo entre la
estupefaciencia y la felicidad».
La
exquisita The purple rose of Cairo (La rosa púrpura de El Cairo, 1985) nos
pintará el alma el lunes 18 y el sábado 23. Javier Oscar Chaffetelli comenta: «Me detengo a analizar en el film La rosa púrpura de El Cairo, al personaje que interpreta Mia Farrow.
Cecilia es una persona real en un mundo real con carencias y limitaciones
reales, tangibles e internas y también objetivos, aunque no está totalmente
segura de qué quiere conseguir pero sabe de qué se aleja y quién trata de
impedírselo; sabe a dónde va porque allí está la fuente de su ilusión y lo que
realmente le ayudará a enfrentar los obstáculos que se le presenten, pues el
autor sabe, que es así cómo comienza a nacer y darle vida a un personaje, pero
en tal condición ella no sabe más que trabajar para sobrevivir y llevar dinero
a su casa en la época de la depresión de los años 1930. (…) Nosotros, los
seres humanos, convivimos a cada minuto con las reales circunstancias y en
interrelaciones sociales que se conjugan en potenciales roces o también
llamados conflictos desde el punto de vista de la realización de ficciones
(como los polos de tensión que crea la ficción), en esa convivencia veo que
tarde o temprano la mayoría de nosotros en el paso por esta vida, como
seres ciclotímicos o coloridos camaleones, nos transformamos, según el caso, en
víctimas o victimarios una y otra vez, pues nadie es tan bueno ni tan malo en
el mundo real, y quizá por ello seamos seres relativos e imperfectos, pero de
inmensa belleza por nuestra capacidad de elección, hasta en nuestras decisiones
más erradas. Esto Woody Allen lo sabe manejar a la hora de dirigir
actores o confeccionar un guión lo que ha marcado su estilo de realización a lo
largo de su carrera y en los diferentes géneros que adoptó o entremezclo en sus
películas, pues, en el mundo real y la vida cotidiana cuando reina la confusión
como en los escenarios de una guerra, casi siempre los seres reales sienten o
piensan con uñas y dientes (tangible o intangible) asegurarse su propio
lugar, cuidando lo que tienen o han logrado, y en el mejor de los casos,
ansiando deseosos lo ajeno y tratando casi siempre de escalar un peldaño más
para sobrevivir, con eternos desacuerdos en contextos contaminados y donde la
vida, y todo en ella, es frágil y temporal, y por las dudas como poniendo
puntos a las ies, a veces nosotros decoramos nuestro andar con acciones o
dichos de solidaridad, por si realmente existe el más allá y un creador, otros
criticamos o pisamos despectivos esas creencias y ese actuar y algunos de
nosotros pasamos por la vida haciendo el mal o haciendo el bien y sin saber por
qué. Y así descubrimos que en las ficciones cinematográficas bien realizadas
los personajes se mueven de igual manera, pues tienen intereses que defender,
objetivos que lograr, estrategias que utilizar. Y pareciera que a veces
en su mundo real los seres reales tuvieran como leit motiv los conflictos y
subconflictos en cualquier matiz ¿Será una casualidad la similitud y analogía
con el mundo de la ficción?».
Husbands
& Wives (Maridos y esposas, 1992) se presentará
el martes 19 y el viernes 22. Antonio Sánchez-Marrón
puntualiza: «Maridos y esposas
es una fantástica comedia dramática interpretada por Woody Allen, Mia Farrow
(que se hace inseparable), Sydney Pollack, Judy Davis, Juliette Lewis y Liam
Neeson. Con este reparto, el director teje una maravillosa y absorbente
historia acerca de las relaciones de pareja, el matrimonio, los divorcios y las
aventuras o affaires que surgen cuando las relaciones no salen todo lo
bien que se desearía. (…)
Woody Allen recoge esta sensación humana y la
plasma de manera magistral en Maridos y esposas. Muchas veces, este
sentimiento se transforma en pelea y en un conflicto donde la fuerza física,
desgraciadamente, siempre tiene la última palabra. Las parejas se pelean.
Algunas saben encontrar la manera de perdonarse y seguir hacia delante. Otras
jamás se plantean la convivencia y la separación y divorcio se hace efectivo.
Un guión
magnífico, a la altura de las mejores cintas del director, a las que sumamos
las fantásticas interpretaciones de los cuatro actores encargados de
ilustrarnos la vida en pareja. (…)
Como
conclusión, pedirle a todos los admiradores del cine del neoyorquino que vean
esta película, por primera, segunda, tercera o cuarta vez. Que no se canse de
contemplar, mientras hacemos de llamativos voyeurs, a dos matrimonios
asediados por las dudas tras saber que uno de ellos tiene intención de
divorciarse. Que nos identifiquemos con ellos y nos interroguemos a nosotros
mismos sobre nuestra condición de "pareja de"».
Manhattan
(1979) se podrá ver
el miércoles 20 y el jueves 21. Óscar Bartolomé Poy señala: «Manhattan
fue el primer filme de Woody Allen rodado en blanco y negro y en formato
Panavisión, y en él se aprecia un prurito esteticista al que es poco dado su
autor. El excelente trabajo del director de fotografía Gordon Willis se nota en los encuadres medidos, en
los planos sostenidos, en el fuera de campo, en los claroscuros, incluso en esa
neblina que envuelve la ciudad y que le confiere un aura entre mágica y
mefítica. Secuencias como la del Planetarium, la del puente de Brooklyn o la del
paseo en calesa nos brindan la oportunidad de contemplar la faceta más
desconocida del director de Match Point.
Maestro de la tragicomedia,
género en el que Manhattan representa
su mayor cota artística, Woody Allen vivió a finales de los setenta,
coincidiendo con su romance con Diane Keaton,
una etapa de gloriosa efervescencia creativa. Sabedor de que su vocación como
cómico de night club podía encasillarle y cerrarle las puertas a un tipo de
cine más ambicioso, en esta época empezó a combinar la comedia con el drama,
dando como resultado Interiores
y Annie Hall, su primera obra maestra.
(…)
Si algo me gusta de la
filmografía de Woody Allen es que se trata de una defensa enconada de la sensibilidad
frente a la inteligencia. Eso se percibe en Manhattan
mejor que en ninguna otra de sus películas. Durante la secuencia del
Planetarium, Isaac Davis, hilvanando un discurso lúcido y brillante, musita
mientras Mary le escucha:
“Nada que valga la pena puede ser asimilado
por la mente. Tiene que entrar por una abertura diferente, y disculpa lo vulgar
de la imagen. Siempre he pensado que el cerebro es el más sobrevalorado de
todos los órganos”».
El ingreso para cada función es de Bs 25.
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