Nació en Monterrey, México, en 1982. Estudió ingeniería industrial y en 2005 realizó De nadie (2005), su primer largometraje documental, que recibió el Premio del Público en Sundance 2006 y un Ariel de Plata de la Academia Mexicana de Cine. Es Tin Dirdamal, el realizador del documental Ríos de hombres, que se estrena hoy en la Cinemateca Boliviana.
Este documental, que ha recibido varias becas, entre ellas del Sundance Institute y el Tribeca Film Institute en los siete años que duró su realización, se exhibirá en las salas Óscar Soria Gamarra —a las 19:30— y José María Velasco Maidana —a las 17:30 y 21:30.
Tin Dirdamal se define como “un hombre que hace cine no por virtud ni claridad sino por incapacidad. No tengo una educación formal porque cuando me di cuenta de su lógica repetida y errónea, decidí abandonarla. Mi contradicción me ha llevado a dar clases en la Fábrica, Escuela de Cine en Cochabamba. Tengo casi tres décadas de vida, he contemplado el suicidio un par de ocasiones —que es el tema de mi siguiente documental. Tengo un hijo que no está vacunado y que no pienso mandar a la escuela. He pasado largas temporadas de mi vida en completa soledad, en algún desierto de Arizona”.
A continuación el texto de una entrevista realizada por correo electrónico.
- ¿Cuántos años de investigación te llevó hacer Ríos de hombres?
- Ríos de hombres documenta un proceso trágico y doloroso que dura siete años.
- Bill Nichols sugiere en su libro La representación de la realidad que la investigación debe ser similar a la de una tesis: planteas una hipótesis y la demuestras, afirmativa o negativamente. ¿Cuál fue la hipótesis inicial de tu documental?
- Para mi una búsqueda (cinematográfica o de otra índole) que parte de una Tesis la cual al final se comprueba, es una búsqueda superflua y carente. La realidad siempre es mucho más compleja que nuestras preconcepciones. Llegué hace siete años a Bolivia queriendo contar la historia de la victoriosa Guerra por el Agua. Creyendo que de alguna manera al hacerlo podría formar parte de este triunfo. Me parecía un triunfo importante de contar. Sin embargo mi intención inicial de quedarme tres meses en Bolivia quedó detrás, me encontré con una realidad compleja, con ciertos factores que contradecían ligeramente el relato de triunfo hasta llegar el punto de tener que abandonar mi idea inicial y terminar creyendo que se acercaba más a una derrota.
- El tratamiento de lo que podríamos decir la primera mitad de la película se concentra en la parte histórica, mostrando y explicando un poco lo sucedido en febrero de 2000. ¿Cómo lograste conseguir imágenes de archivo y cuánto aportaron los protagonistas a quienes entrevistas?
- Después de varios años viviendo en Cochabamba pude contactar con gente que tenía tomas de archivo y que había salido a grabar durante esos días en el 2000.
- El general José Antonio Gil aparece como una especie de hidalgo que se sacrificó para evitar la masacre. ¿Por qué no dice nada sobre el capitán Robinson Iriarte, que fue quien disparó a Víctor Hugo Daza y sigue impune?
- Tengo más de 200 horas de grabación. Tengo material que explora mucho más a profundidad los detalles de la guerra. El General Gil por supuesto que habla del francotirador. Tengo material en donde se muestra cómo los Aguateros y Perforadores de Pozos fueron algunos de los primeros grupos que comenzaron a movilizar a la gente (siendo grupos que llevan años lucrando con la escasez de la gente, se sentían amenazados ante una posible solución del problema del agua). Tengo también, por ejemplo, pruebas de cómo la casa en donde viví por muchos años en Cochabamba (Junín y Jordán, en el mero centro), ahora paga casi un 200% más de lo que se pagaba ahí en el 2000.
A lo que quiero llegar con esto es que tengo una investigación y material para hacer una serie, sin embargo necesitaba editar y armarlo de tal manera en que la película fluyera sin detenerme en los detalles. Iriarte me parecía una de esos detalles, en donde el peligro era crear un antagonista en la historia, un malo. Para mí es importante que no haya malos, entender la idea de que todos somos los malos, en que todos somos responsables y culpables, así como redentores.
- La segunda mitad del documental se desmarca de la evocación y trata de mostrar que más bien no se ganó nada, puesto que Cochabamba no ha solucionado sus problemas acuíferos. ¿Es una tesis muy complicada de afirmar en Bolivia, dada la fuerza que este levantamiento tiene aún en la memoria colectiva?
- La cosa es que es eso simplemente la Guerra del Agua, una supuesta afirmación en la memoria. Regresando al comienzo de la guerra, a lo que motivó al ciudadano común a salir a las calles, la gente salió porque creía realmente que iba a tener un peor servicio de agua: que le iban a subir la factura de agua un 400% (yo revisé las facturas de esa época y de las 60,000 facturas de ese entonces, sólo 900 [incrementaron] a un 300-400%. Un número pequeñísimo, aparte de que estas facturas eran sólo viviendas de la zona norte y comercios que consumen mucha agua). La gente no sólo creía que iba a tener que pagar más por el agua sino que privatizarían el agua de lluvia y que sería prohibido recolectarla (otra idea falsa, pecado de la película española También la lluvia. Si uno se pone a pensar cómo llevar a cabo semejante cosa -se me ocurre contratar a un ejército de 10,000 personas e ir casa por casa cada que llueve- se da uno cuenta que no es posible).
Siendo estas las razones que empujaron a la gente a salir a las calles, bajo esta premisa, la gente fue engañada.
En la copia final que saldrá en los cines hay una entrevista con Evo Morales el cual admite que la guerra del agua no sirvió para mejor el sistema de agua de la gente sino que fue una lucha política, un triunfo político. Bajo la premisa de que la guerra del agua sirvió como triunfo político, requeriría todo un libro de explicación. Sin embargo, mi conclusión en este tema es que no hay un verdadero cambio de lógica. El poder está en manos de otro sector, pero con la misma lógica. Una lógica que para fortalecer la identidad propia necesita desacreditar y hacer menos a otros grupos sociales (esto me suena a colonialismo). La carretera es otro ejemplo de que no existe verdaderamente una nueva lógica.
- ¿En qué quedan ahora los papeles de dirigentes como Óscar Olivera? Es muy sugerente la frase del señor que afirma que el pecho a las balas lo pusieron los anónimos —los de la calle—, que no fueron a Europa ni están en las portadas o fotografías. Además, es llamativo que la denominada Coordinadora del Agua no se manifieste acerca de la intención gubernamental de construir una carretera atravesando el Parque Nacional Isiboro Sécure.
- Definitivamente la referencia de que la gente que puso el pecho durante la guerra del agua quedó olvidada y no viajó a Europa, es una crítica fuerte a Oscar Olivera. Me da gusto que pudiste leerlo, no mucha gente lo lee. Desconozco el paradero actual de Olivera y la Coordinadora, aunque hace varios años los seguí de muy cerca. Me parece que él tomó una gran ventaja de este suceso. Se que desde un inicio Olivera hizo unas movidas desleales y de arrebato de poder para figurar como líder.
Lo que si es muy claro es que la gente fue engañada (con lo de la lluvia,
el 400%, con su condición actual del agua) y la Coordinadora y Olivera se benefician de este engaño.
- El documental cierra con un fuerte cuestionamiento a lo que hacemos los humanos destrozando al planeta y descuidando el cuidado del agua, del cual no somos dueños, y planteando que la Madre Tierra empieza a cobrarse nuestra estulticia. Más allá de un probable eslogan ecológico que alguien podría encontrar ahí, ¿qué se puede hacer, de manera tangible, para solucionar los problemas hídricos que se vendrán en Cochabamba y otras decenas de ciudades en el globo?
- Mi intención en ningún momento es crear un discurso ecológico. Yo no creo en las luchas ecológicas, de hecho no creo en las luchas colectivas en general. Sin embargo la lucha ecológica parte de la idea de que el ser humano es el portavoz y defensor de la naturaleza. Percibe a la naturaleza y en este caso al agua como algo frágil, cuando es todo lo contrario. El ser humano es el frágil cuando se trata de la naturaleza. Reforestar, cuidar al agua, reciclar, son pequeñeces insignificantes de la importante que nos creemos, de lo eterno que nos percibimos. Pero estoy convencido que la Tierra tiene otra medida de tiempo, una en la que 100 años no es toda una vida. Estoy seguro que para la Tierra pronto llegará el día en que después de un dormir y despertar ni siquiera se acuerde de nosotros, en que ni siquiera exista un rasgo humano.
Y por ende, no hay soluciones bajo la lógica que rige al ser humano contemporáneo. Un ser atemorizado por la muerte que construye su medicina alrededor de cómo empujarla más lejos y no cómo recibir la muerte con calma. Un regante que salió a pelear en la guerra del agua construye un pozo de agua y se pelea con su vecino que agarra agua, porque cree que como ese pozo es de él, el agua debajo le pertenece. (Misma lógica de la empresa privatizadora). Un boliviano que está en contra del Neoliberalismo, de la Frontera y de los Estados Unidos, sin embargo después de 7 años viviendo en Bolivia por no tener tez obscura se me trata de inferior, de no ser de la Tierra y de este modo contribuyendo a la construcción de un muro más alto. Un mexicano que se queja del maltrato hacia sus compatriotas en Estados Unidos, sin embargo el maltrato de los mexicanos a los centroamericanos es infinitamente peor. Yo soy ese boliviano, ese mexicano, ese estadounidense, ese director de la empresa, ese ser atemorizado por la muerte. Difícilmente podrá salir de mí una solución sensata, una solución con una nueva lógica. Y por eso digo que esta película es tan dolorosa, porque me di cuenta de mi propia incapacidad humana, que no es sólo mía, sino la de todos, y se comprueba por qué por más que busco sigo sin encontrar una lógica nueva, una lógica distinta ni virtuosa.
IMÁGENES: TIN DIRDAMAL.