Anunciada hace semanas, galardonada con tres Goyas hace poco más de un mes y esperada por los compatriotas que trabajaron en su producción en 2009, llega por fin a nuestras pantallas También la lluvia, la más reciente película de la realizadora madrileña Iciar Bollaín.
El guionista Paul Alberty refirió a La Prensa que la elaboración del texto y la investigación de la temática demandó 10 años. “Cuando llegué a Cochabamba y miré las manifestaciones en las calles, decidí cambiar la narrativa y fusionar hechos reales. La ‘guerra del agua’ del 2000 era algo importante y necesario de contar. El coraje, la fuerza y la resistencia son un atributo de los bolivianos que muy pocas veces está presente en el resto del mundo”.
Por su parte Juan Gordon, productor de la cinta, señaló en Página Siete que es un orgullo que el boliviano Juan Carlos Aduviri sea considerado el protagonista de la película, que se haya ganado la admiración del público e incluso haya logrado sobresalir entre los reconocidos Gael García Bernal y Luis Tosar.
La crítica tiene asimismo posiciones contrapuestas. Luis Caviaro indica: “No recuerdo en qué momento desvié por primera vez la mirada, ya desesperado, pero desde el mismo arranque noté que algo no funcionaba, que estaba poniendo demasiado de mi parte para que me interesara lo que estaba sucediendo en la gran pantalla. Se supone que la película te está contando un gran drama, vemos a los personajes sufrir, hablan de cosas importantes… pero casi nada parece verdadero, tiene uno la sensación de estar asistiendo a un ensayo, en el que los actores no están poniendo toda la carne en el asador, confiados en que todo mejorará más adelante”.
Beatriz Maldivia expone “Bollaín realiza aquí su película más ambiciosa, con un espléndido resultado, que se cuaja gracias a una acertada elección de los tonos de la fotografía y a una generosa dirección de producción. Si he criticado a otras películas de la directora una falta de fuerza narrativa o de cohesión de las historias, nada de eso puedo reprochar a ‘También la lluvia’. Al contar con un guion lleno de contenido, ni siquiera el flojo montaje que otras veces ha perjudicado sus narraciones puede echar el producto por tierra. El acompañamiento de la banda sonora de Alberto Iglesias completa una perfecta puesta en imágenes”.
El compatriota Sergio De la Zerda dice a su vez que “si uno opta por la desventaja de ser cochabambino, se encontrará con demasiado didactismo o, por el contrario, apresuramiento de Bollaín y Laverty para contextualizar la Guerra del Agua. Aún así, la verosimilitud de la ficción, vaya paradoja, está garantizada. El largometraje expone con solvencia -no en vano sus autores se la pasaron diez años en el proyecto consultando a los involucrados- las formas comunitarias de organización social en Cochabamba, sus luchas de rechazo al abuso de una transnacional y su sempiterna humillación por los poderosos. Aparte de los bien dirigidos extras (cosa rara para el cine nacional post Jorge Sanjinés) y de Aduviri (ver recuadro), no se puede sino sentir orgullo por la madurez a la que han llegado actores bolivianos como Jorge Ortiz (el prefecto de la época) y Luis Bredow (un jefe policial), con papeles cortos pero muy profesionalmente logrados”.
Ahora será el turno que usted juzgue. Se exhibe a las 15:15, 17:15, 19:15 y 21:15 en la Cinemateca Boliviana.
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